Cuando nos ponemos a analizar la situación de la provincia de León en particular o del País Leonés en general un halo de desesperación mezclado con una dosis de resignación se entremezclan.
Buscar cual es el principal problema de León suele ser una parte indisociable de percatarse de que algo no va bien, de que existe un problema.
Y tal vez está ahí la clave de la cuestión: ¿Somos conscientes de que existe un problema?
Porque a lo mejor, solo a lo mejor, muchos leoneses piensan que no tener capacidad de decidir nuestro futuro es algo normal, que tener que emigrar para encontrar trabajo es algo lógico, que nuestro idioma esté prohibido es una cuestión de que los tiempos avanzan o que las inversiones se centralicen en Valladolid es algo que en todos sitios tienen que soportar.
Y la realidad es diversa.
La realidad es diversa porque lo lógico, lo normal, lo común y lo que sucede en el 90% del mundo es que en mayor o menor grado cada pueblo se gobierna a sí mismo.
Lo lógico, lo normal, lo común y lo que sucede en el 90% de los territorios civilizados es que existen posibilidades laborales en el propio territorio y la emigración no es lo común, sino la excepción.
Y lo lógico, lo normal, lo común y lo que sucede en el 90% de los territorios que tienen un mínimo grado de desarrollo cultural entre sus ciudadanos es que la cultura y la lengua propia se defiende y no se degrada, se humilla, se prohibe o se trata de hacer pasar por otra y que piensan que saber inglés es compatible con usar su lengua materna.
Y eso en León, todavía, hay gente que no lo tiene claro.
Algunos responsables de que estemos como estamos
Es muy, muy fácil echarles la culpa a los de fuera, y en gran medida la tienen. Pero con todo, los males que sufrimos los leoneses como colectivo serían mucho menores si no encontraran colaboracionistas dispuestos a venderse o regalarse de entre nuestras propias filas.
Y es que es verdad. Carecer de un autogobierno nos impide en gran medida progresar ya que se recaudan impuestos pero no se invierten aquí ni con criterios de los que nos beneficia a los de aquí, sino a los de allí. Y los de aquí no aspiran a tener una casa, sino a comprar piso en Alicante.
Y cámbiese aquí y allí por las palabras que todos conocemos.
Aquí, cuando alguien tiene iniciativa (sic) abre un bar. No abre una tienda online para vender productos de maquillaje sensilis en una parafarmacia, no monta una franquicia low cost ni mucho menos un negocio que implique transformación industrial, investigación científica o producción en cadena.
Y ahí acaba toda nuestra capacidad de generar negocio, salvo honrosísimas excepciones.
Porque mirar los datos de desarrollo empresarial, creación de empresas e inversión en el País Leonés es para echarse a llorar.
Pero lo más curioso es que hay multitud de empresarios leoneses que tienen sus negocios, empresas o fábricas fuera del País Leonés. Empresas prestigiosas, empresas rentables, empresas que han generado puestos de trabajo y riqueza fuera de Llión. ¿Por qué?
Muchas de estas cuestiones son simplemente, temas propios de psicología.
Para controlar un territorio se necesitan colaboracionistas que lo traicionen
Sin los cipayos, indios que colaboraban con el Imperio Británico para someter a la población hindú, el control inglés de la India habría sido casi imposible.
Sin ciertos colaboracionistas la situación de postergamiento, abandono y desertización económica de León no se mantendría.
Y ese, tal vez ese, es el principal problema de León, el de que más de uno piensa en comprar una caja registradora en Valladolid para ver cuánto le cae por parte de su amo traicionando a León y vendiendo a los leoneses.
El principal problema de León son esos políticos más castellanistas que los castellanos que con tal de parecer serviles a sus amos de Valladolid van más allá de lo imaginable en el aniquilamiento de la identidad leonesa o de cualquier cosa que suena a lengua, cultura, competencias o lo que sea menester.
El principal problema de León son los segundones que nunca han sido ni serán nada en la vida y que para paliar su complejo de ineptitud e inferioridad dedican su mísera existencia a criticar todo lo que por Llión hacen quienes dedican su tiempo a construir.
El principal problema de León son los inútiles, incapaces, ineptos y mediocres que traicionarían a su padre con tal de que les dejen un despacho para ellos solos, les metan en la RPT a ver si consolidan en el puestín en el que alguien les metió a dedo o les digan que no les va a echar en el próximo ajuste de plantilla.
El principal problema de León son los envidiosos gruñones, oscuros, que se creen abono y no llegan ni a flatulencia, incapaces de destacar en nada y que se apuntan a sustituir nuestro idioma por otro, mezclarlo por otro o tratar de hacernos creer que es una una variante de otro, con las regalas de otro y dirigido por otros que son, claro está, sus amos de allende nuestras fronteras, fronteras, querrían extender hasta el alfoz de León.
El principal problema de León son los tontos útiles a los que a cambio de un espejo les piden pieles. Tontos útiles que serán, tarde o temprano, presos de la mofa de quienes ahora se aprovechan de ellos a los que piden que bailen y que luego, cuando dejen de ser útiles, recibirán la patada en el culo de quienes esquilman nuestra tierra y el desprecio de todos nosotros.
El principal problema de León son los tristones que necesitan un amiguito y para ello, de nuevo, venden a su ideología, a sus principios, a sus creencias y a ellos mismos con tal de ser aceptados porque quienes les patean el culo y se ríen de ellos a sus espaldas. Fenómeno similar y compatible con el anterior y con todos lo que están escritos antes.
El principal problema de León es el resto de la población leonesa que no señala a esta gentuza con el dedo por temor, por miedo o porque pasa de todo y les permite llevar una vida tranquila y aparentemente respetable entre nosotros, cuando sabemos que son el cáncer de nuestra sociedad y los responsables de que vayamos directos al abismo.