La primavera es una época agradable y confusa en León. Agradable porque se empiezan a notar las bondades del clima, en un momento en que el gélido invierno abandona las tierras leonesas para dar paso al calor.
Confusa porque ese abandono es gradual, produciendo la siempre común costumbre que identifica al pueblo leonés: coger una chaquetina por si refresca.
La primavera hace reverdecer los campos, surgir las flores y generar la necesidad de ir a tumbarse a un jardín en el que charlar con los amigos.
La primavera implica bullicio, tomar la calle y las terrazas en la capital surgen como setas en las que los leoneses ven y se dejan ver.
Los leoneses y el tiempo
La primavera leonesa es general, pero también es común.
Es un momento en el que el sol de verdad calienta, no solo se impone sobre la noche, y el que los días sean más largos implica un mayor tiempo que pisar las calles y compartir con otros el tiempo más allá de los muros de una casa o una cafetería.
La primavera es en León un tiempo de preparación para ir al pueblo, de moverse el fin de semana y de aumento del consumo y la actividad física.
La primavera es en León un momento para el que los pequeños paseos calle Ancha arriba y abajo los domingos sea amplían, donde espacio como La Candamia o el Monte San Isidro recuperan la pujanza del verano, donde las tardes son, de nuevo, uno de sus puntos fuertes.
En León primavera, verano y otoño comparten un concepto: hay que llevar chaquetina por si refresca.
Lo que es León en primavera
La primavera leonesa implica beber, implica comer, implica charlar, implica movimiento, niños corriendo y madres detrás de ellos gritando.
La primavera leonesa es, en definitiva, la superación del frío invernal en el campo de las temperaturas, aunque hay quien dice que, la primavera leonesa, altera todo, menos el carácter leonés al que es difícil, tremendamente difícil, que esta estación logre hacer pasar de ese gélido inverno que siempre nos acompaña.